martes, 3 de octubre de 2006
PORQUE LO NECESITAN...
En muchas ocasiones he dicho que a los partidos que se autoapodan de solidarios (como el PSOE, aunque últimamente menos) les interesan las bolsas de pobreza e ignorancia al igual que les es necesario un referente al que descalificar por el otro lado como inmoral: los 'ricos'.Así, por defecto, quedan encuadrados nó donde ellos quieren sino donde se han dejado.
De hecho, en la época de Franco, y aún quedan, muchos y muchas expresaban su fondo moral cuando, al ver a alguien exitoso con el dinero y sus prolongaciones, solían decir "algo habrá hecho", con tono descalificativo. 'La envidia', me decía a mí mismo, 'es la envidia', ese maldito sentimiento propio de Hispania, (al menos según los estereotipos), el que genera en muchas más ocasiones de las que nos imaginamos verdaderos problemas sociales.
Y aunque, desde un punto de vista de elemental convivencia con uno mismo, me pareciese una actitud reprochable tampoco podía obviar que es consecuencia de estados civiles donde se confunde, intencionada ó involuntariamente, el buen estado de ánimo con el ánimo del buen estar, a ser posible, eso sí, mejor que el vecino.
El caso es que ese demoledor sentimiento que te desborda cuando, por ejemplo, no tienes el Rolls que sí posee 'el otro', no es más que una falacia que la vida se encarga de ratificar como tal.Y sobre todo en los sistemas basados en el mérito, en las meritocracias (si es que existen), donde la libertad campa a sus anchas pero contenida por la responsabilidad y la búsqueda de la eficacia.
Y, sin embargo, ha habido y hay quienes se empeñan en cambiar la realidad, obviamente, a golpes contra la razón, la cordura y el sentido común, mediante tortuosos caminos como el de despertar la envidia entre trabajadores de cuello blanco y azul, entre señoritos y plebe, entre guapos y feos, entre ricos y pobres, entre cultos e incultos...y, si no lo consiguen, mediante el adocenamiento de la belleza individual (Qué maravillosos somos cuando dormimos¡).
En fin, nos despiertan la envidia pero porque nos transportan entre espejos - nó realidades- que rebotan la misma imagen pero que, sin embargo, producto acaso de un mal día, todos alguna vez hemos visto distorsionada por causas ajenas a nuestra voluntad
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