KOFI ANNAN EN MADRID 1ª PARTE
Los spinners (lavaimágenes) del secretario general de la ONU trabajan a destajo. El escurridizo Kofi Annan y el presidente de 'este país' ( quien no dispone de capacidad para suscitar comentario alguno, por ahora, ni bueno ni malo) dijeron el jueves 6 de abril que no hay prevista ninguna labor de mediación de Naciones Unidas en cuanto al problema de ETA...
Como haya que esperar no sé cuántas resoluciones instando a la entrega de armas de quienes durante tantas décadas han hecho horrorosamente infelices a millones de habitantes de 'este país', como otros congéneres suyos en Iraq, Afghanistán, Sudán, China, Corea del Norte, la U.R.S.S., Cuba...
Quizá para el 2100 (por decir alguna fecha) haya alguna solución. No tengo bola de cristal, pero los antecedentes...
Búsqueda en google: Kofi Anann Iraq:
The Oil-for-Food Scam: What Did Kofi Annan Know, and When Did He Know It?
Claudia Rosett
Traducción ràpida (y mejorable):
El fraude del 'Petróleo por Alimentos':Qué sabía Kofi Annan y cuándo lo supo?
Durante años el programa Petróleo por Alimentos (OFF)no fue más que un pequeño rayo de luz en el panorama de las relaciones multilaterales: un alivio para Iraq, una forma de alimentar a niños hambrientos en una tierra lejana hasta que el mundo ha liquidado sus disputas con Saddam Hussein. En el mes de mayo de 2004 tras la caída de Saddam, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas suavizó las sanciones a Iraq y lo que quedaba volvió a la autoridad auspiciada por los Estados Unidos. El 20 de noviembre, algo ceremonioso, el secretario general de la ONU Kofi Anann jaleó algunos logros del programa, alabando en particular el servicio prestado por el director ejecutivo Benon Sevan. Al día siguiente el programa 'Petróleo por Alimentos' había comenzado algún final.
Pero no había terminado. De repente, el programa 'Petroleo por Alimentos' estaba con EE.UU de nuevo, esta vez salpicado en las noticias, esclavo del escándalo en las Naciones Unidas: sobornos, mordidas, fraude,contrabando; historias de corrupción encubriendo decenas de miles de millones de dólares e incontables barriles de petróleo, implicando a grandes empresas y altos poderes en docenas de países, acusaciones de que el jefe del programa se había dejado sobornar. En febrero (de 2005), en su primera negativa de cualquier delito, Sevan dejó de dar entrevistas e informó que estaba de vacaciones camino de su retiro.
Por marzo, el Congreso de los Estados Unidos estaba preparando audiencias sobre el programa 'Petróleo por Alimentos'.
Kofi Anann, habiendo negado cualquier conocimiento sobre crímenes del equipo directivo de la ONU, finalmente transigió a las demandas de una investigación independiente acerca del programa de las Naciones Unidas, diciendo "No creo necesario que nuestra reputación sea impugnada".
La historia han sido muy complicada y muy interesante. Para quienes han buscado ansiosamente respuestas a los problemas del mundo en las Naciones Unidas, ello ha provocado, quizás, alguna reflexión sobre la perdonable corrupción que amenaza incluso los más desinteresados compromisos. Para quienes piensan que las Naciones Unidas pueden hacer algo bien, el programa 'Petróleo por Alimentos', sea como sea, es una deliciosa justificación de que todas las personas y todas las cosas de la organización mundial no son nada limpias, la institución un fiasco y los políticos que la apoyan aptos para volver a ser llamados en la próxima oportunidad electoral.
El entusiasmo puede estar justificado pero un importante número de hechos y conclusiones han vuelto a perderse. El programa 'Petróleo por Alimentos', aplicado por las Naciones Unidas desde 1996 a 2003, supuso de hecho algún limitado alivio para los Iraquís.Pero también evolucionó hacia el no sólo más grande sino incluso el más extravagante, hipócrita y perverso programa de ayudas jamás administrado por las Naciones Unidas.
Pero 'Petróleo por Alimentos' no es solo una saga de un equivocado programa de las Naciones Unidas. También es la historia de un error sistemático por parte de lo que pomposamente se llama la comunidad internacional.
El programa 'Petróleo por Alimentos' ha manchado casi todo lo que ha tocado. Es como un caleiodoscopio de corrupciòn que desafía a cualquier sumario, aunque se pudiese concentrar en los asuntos principales.
LOS ORIGENES
El programa 'Petróleo por Alimentos' comienza con una sanción de las Naciones Unidas impuesta a Iraq tras la invasión de Kuwait por Saddam Hussein. Se prohibía comerciar con el Iraq hasta que el régimen fuese satisfactoriamente desarmado.
Saddam se negó a cumplir por las consecuencias de la primera guerra del Golfo y las sanciones quedaron en poco.(Incluso bajo las sanciones, a los Iraquís se les permitió teóricamente importar productos básicos alimenticios y medicinas, pero el régimen represivo de Saddam les impidió los beneficios de los necesarios intercambios comerciales).
Hay informes que indican que el regimen de Saddam pronto comenzó a mostrar que las sanciones estaban imponiendo severos sufrimientos al pueblo iraquí. Naciones Unidas, entonces dirigidas por el secretario general Javier Pérez de Cuéllar, comenzó a hablar de la idea de permitir a Iraq vender petróleo en cantidades limitadas exclusivamente para comprar suministros de primera necesidad.
Al principio Saddam se resistió.Pero a mediados de los 90, quizá porque estaba sintiendo necesidad o simplemente porque había visto entonces ventajas del plan en su beneficio, finalmente estuvo de acuerdo.
El 14 de abril del 95, las Naciones Unidas, (bajo dirección de Boutros Boutros-Ghali) aprobó la Resolución 986, autorizando como medida temporal lo que llegaría ser conocido como el programa 'Petróleo por Alimentos' y pasaron meses trabajando con Saddam en los detalles de su desarrollo.
Desde el principio el programa fue pobremente diseñado. Saddam había echado la culpa del hambre de los niños iraquís a las sanciones contra su régimen y específicamente a los Estados Unidos. Buscando conducir estas acusaciones, la administración Clinton estuvo buscando una solución de compromiso; con el secretario general a la cabeza, el Consejo de Seguridad aprobó las condiciones del programa , que era susceptible de manipulación.
Saddam, el autor de las miserias de Iraq, se había autoconcedido el derecho a negociar sus propios contratos de venta del petróleo iraquí y de elegir sus propios compradores. también se había permitido levantar las listas de compradores de productos humanitarios -los 'planes de distribución'- y abandonar los acuerdos sobre estos bienes, escogiendo a sus propios suministradores extranjeros.
Las Naciones Unidas también avalaron la elección por Saddam de los bancos donde guardaría los fondos y negociaría las lineeas de crédito para pagar a los suministradores; la institución financiera elegida fue la ahora conocida como BNP Paribas.
Para estar segura, Naciones Unidas se reservó la autoridad de rechazar los contratos propuestos por Saddam y los planes de distribución de bienes dentro de Iraq y el control de las cuentas bancarias para asegurarse de que Saddam estaba comprando y vendiendo de acuerdo con el plan humanitario.
Así , se dijo en la Resolución 986, que el petróleo sería vendido al mejor valor del mercado y los ingresos se emplearían exclusivamente en los bienes y servicios que debieran haber sido utilizados 'en la equitativa distribución de la ayuda humanitaria para todos los segmentos de la población iraquí a través del país'.
(Pero) A todo esto las Naciones Unidas añadieron otra 'mecha'.
A diferencia de la mayoría de los programas de ayuda, cuyos costes y los gastos generales de la ONU eran pagados por las contribuciones de los estados miembros, el programa 'Petróleo por Alimentos' estaría financiado exclusivamente con los ingresos del petróleo de Saddam. El secretariado de las Naciones Unidas cobraba un 2,2 por ciento de comisión por barril vendido y el 0,8 por ciento era pagado a los inspectores de armas en Iraq.
Si el propósito de esta disposición era hacer que Saddam corriese con los costes de su propia obstinación, los efectos crearon la situacion en la que el secretariado de las Naciones Unidas
era generosamente pagado, en comisiones, por Saddam, para controlar a Saddam. Y los más grandes honorarios fueron obtenidos por la oficina de Annan.
LAS 'CUENTAS'
Durante los siete años que duró el programa, las ventas totales de petróleo sumaron unos 65.000 millones de dólares. Por el lado de los gastos, las Naciones Unidas dijeron que 46.000 millones de dólares fueron para ayudar a Iraq y 18.200 fueron pagados a las víctimas en compensación por la ocupación por Saddam de Kuwait entre 1990 y 1991. Por comisiones, la cuenta a cargo del secretariado fue de unos 900 ó 1000 millones de dólares, de los que 100 millones se destinaron a gastos administrativos del programa humanitario (las Naciones Unidas dicen que devolvieron unos 300 millones de dólares para las ayudas, pero nunca ha sido hecha pública la partida) y otros 500 millones de dólares más ó menos para inspecciones de armamento en Iraq.
Las discrepancias sobre estas cifras se parecen como el día a la noche a los intereses pagados a algunos fondos por fluctuaciones de los tipos de cambio ó simplemente a la opacidad en las que se ocultan las transacciones del programa 'Petróleo por Alimentos' a día de hoy.
Que Saddam poseía los derechos para disponer de todo el petróleo iraquí nunca ha sido cuestionado. En Iraq el petróleo era la especialidad de un estado monopolístico que Saddam reclamó para sí mismo y sobre esa base se firmó el acuerdo con las Naciones Unidas.
El arreglo ayudó a fortalecer la obstrucción. Con las sanciones efectivamente prohibidas para el resto de operaciones comerciales, sólo Iraq estaba legitimada a comerciar a través de los ministerios de Saddam bajo la supervisión del programa de las Naciones Unidas.De este modo las Naciones Unidas dieron a Saddam los derechos exclusivos de importación y exportación, asumiendo la responsabilidad de asegurar que el acuerdo debiera ser utilizado para ayudar a los 26 millones de iraquís.
El éxito del programa dependía plenamente de la integridad, la competencia y el buen hacer de las Naciones Unidas para evitar que Saddam lo subvirtiese en su propio beneficio. Quizás eran instrucciones imposibles. Pero el secretariado impacientemente invirtió la carga de la prueba, aceptando las comisiones que fluyeron directamente desde los grifos de petróleo de Iraq.Introducido como un acuerdo ad-hoc, el programa 'Petróleo por Alimentos' prontó adquirió las características de un acuerdo permanente.
Era un proyecto en el que Annan tenía 'mano directa' desde el principio.
Como secretario general había dirigido el primer equipo de las Naciones Unidas que negoció con Saddam los términos de las ventas al amparo del programa. El primer envío se produjo en diciembre de 1996; al mes siguiente Annan sucedió a Butros-Ghali en la secretaría general.
Nueve meses después, en octubre de 1997 Annan delegó en Benon Sevan, un armenio-chipriota durante largo tiempo funcionario de la ONU, la consolidación y gestión de varios aspectos de la operación de ayuda bajo el establecimiento de una nueva agencia llamada la Oficina de Iraq del Programa. Sevan sirvió como director-ejecutivo, informando directamente a Annan.
LAS RESPONSABILIDADES
El programa fue dividido en seis fases; al comienzo de cada una Sevan debía informar y Annan debía recomendar su continuación al Consejo de Seguridad, dando cuenta de la distribución de los planes de Sadam. Una medida que pudiera haber llegado a ser más importante de lo que fue, pues precisaba las responsabilidades en la ejecución del programa parceladas entre el consejo de Seguridad -comité formado por quince estados miembros- y el secretariado, dirigido por Annan. Todos los contratos propuestos por Saddam pasaron por el Consejo de Seguridad, el cual ejercía a la vez como 'comité de sanciones' a Iraq. Pero en la práctica los quince miembros eran, de hecho, vigilantes del posible doble uso de las partidas: los bienes pudieran ser utilizados para fabricar armas.
Como se cerró la llave, sólo dos de los cinco miembros permanentes (del Consejo de Seguridad) ejercían su poder de veto y parecía que supervisaban todo. Fueron el Reino Unido y los Estados Unidos, los que casi no tenían negocios con el Iraq de Saddam. Los otros tres representantes de las Naciones Unidas (en el Consejo de Seguridad) -Francia, Rusia y China) emplearon sus energías principalmente en urgir a la expansión del programa impulsando los trámites con muchos contratistas en sus respectivas naciones de las que Saddam había seleccionado a sus compradores y suministradores. Asímismo, entre los diez miembros rotatorios del Consejo de Seguridad, -como Siria- entre los socios comerciales favoritos de Saddam, mientras la mayoría de los otros (países) carecían de recursos para seguir la marcha al gran volumen de negocios que el programa había generado.
Si finalmente la responsabilidad de todo recaía en algún lugar, recaía en el secretariado. Era este organismo el que había desarrollado una presencia sustancial en Iraq (Estados Unidos, aparte de los inspectores de armas rápidamente expulsados, no tenía ninguna), utilizando hasta 3.600 iraquís más un equipo de 893 trabajadores internacionales para las nueve agencias internacionales coordinadas por la Oficina de Petróelo por Alimentos; otros 100 más ó menos estaban empleados en Nueva York.
El Secretariado era el vigilante de los contratos grabados y los libros, el controlador de las cuentas bancarias, con poder exclusivo para liberar las ganancias de Saddam con las que pagar las importaciones a Iraq. El Secretariado organizó las auditorías al programa, era el interlocutor directo con Saddam, bien pagado por sus esfuerzos, y difundidas en extremadamente largos infoemes en los que la mayoría de detalles críticos de las transacciones no fueron incluídas.
Uno de los primeros cambios introducidos por Sevan fue aumentar la discrección. Según John Fawcett, coautor del informe de 70 páginas sobre las finanzas de Saddam (en pdf) comunicado en Washington por la Coalición por la Justicia Internacional, Naciones Unidas había sido limpiamente abierta en cuanto a los contratos con Saddam durante el primer año del programa. Aproximadamente a partir de 1998, sin embargo, el informe clasificó la mayoría de los pormenores alemanes como propietarios (de su patrimonio), guardando cuidadosamente la provacidad de Saddam en sus negocios. De este modo no era revelada tan fundamental información ni los nombres de los contratistas ni el precio, ni la calidad ni la cantidad de bienes incluídos en cualquier acuerdo -todos (estos datos( vitales para juzgar la integridad de los contratistas.
En su lugar, la Oficina del Programa de Iraq publicaba largas listas de miles de millones de dólares en negocios pero anotando sólo la fecha, el país de orígen, si el contrato había sido o nó aprobado para liberarle los fondos y descripciones muy genéricas de los bienes.
Ejemplos de este nivel de detalle fueron anotaciones como 'electric motor' desde Francia, 'leche para adultos' desde Arabia Saudi, 'detergentes' desde Rusia, 'cable' desde China. Lo que de verdad llegó a ser beneficioso y a qué precio, fue el mantenimiento de la confidencialidad. Ni tan siquiera reveló Naciones Unidas los intereses pagados con cargo a 'Petróleo por Alimentos' a BNP Paribas ó (posiblemente) a otros bancos, los cuales hacia el final del programa mantenían saldos de hasta 12.000 millones de dólares. Ni siquiera se hicieron públicas las cuentas sobre los 1.900 millones de dólares que fluyeron desde Saddam para ayuda e inspección de armamento (flujos que más tarde fueron discontinuos, desde 1998 hasta 2002) gastados por el Secretariado de las Naciones Unidas.
El año 1998, el primer año entero bajo la dirección de Sevan, es especialmente interesante en esta conexión. Para los iniciados, si las evidencias citadas por el Wall Street Journal llegan a ser correctas, este fue el año en el que gobierno de Saddam pudo haber comenzado a darle cobertura enviándole regalos de petróleo al mismo Sevan mediante una firma panameña. Fue el año en que Naciones Unidas terminaron su contrato con la compañía británica Lloyd's register, crucial en el trabajo de inspeccionar todos los cargamentos hacia Iraq y lo reemplazó con la suiza Cotecna Inspections (en portugués), con vínculos con Kojo, hijo de Kofi Annan. A la vez, ni Cotecna ni Naciones Unidas declararon sus relaciones ante un posible conflicto de intereses, que lo hubo.
También en 1998, a petición de Sevan, Naciones Unidas amplió el Programa Petróleo Por Alimentos para permitir a Saddam importar no sólo comida y medicina sino también equipamiento para la industria del petróleo y a instancias de Annan a más del doble de la cantidad de petróleo iraquí que estaba permitido vender, sobrepasando los casi 4.000 millones dólares de máximo a los 10.000 por año.Ese mismo años, tras muchos estorbos y cambalaches, Saddam expulsó a los inspectores de armas de la ONU, - prohibiendo su vuelta hasta que Estados Unidos y el Reino Unido forzaron finalmente la medida cuatro años más tarde.
Esto nos lleva a 1999-2000, cuando, a instancias de Sevan, el programa se amplió aún más;con más fondos financieros dedicados al sector petrolero y sin inspectores de armas, Naciones Unidas cambió los límites a las ventas.
En 2000 Saddam disfrutó de un año 'extraordinario'. Por esas fechas no sólo estaba vendiendo más cantidades de petróleo sino que además había 'institucionalizado' un sistema para embolsarse dinero de parte. Y así lo hizo. Saddam vendió a precios por debajo de los del mercado a sus escogidos clientes -rusos y franceses eran sus favoritos- y entonces pudieron revender el petróleo a terceros con gruesos beneficios. Parte de esos beneficios se los quedaron, parte se lo sobornaron a Saddam como sobreprecio, pagado en cuentas fuera (no controladas) del programa de Naciones Unidas, violando las sanciones.
Mediante este chanchullo el régimen de Saddam quedaba rebajado por sus propios miles de millones de dólares en procedimientos, que se hubiesen podido gastar en alivio al pueblo iraquí. Cuando el esquema fue informado a la prensa internacional -en noviembre de 2000, por ejemplo, Reuters transmitió un largo despacho sobre una petición de Saddam de una prima de 50 centavos por cada barril de petroleo iraquí sobre los precios oficiales de Naciones Unidas-, la ONU discutió con Saddam pero no lo paró.
Incluso Saddam comenzó también a hacer contrabando de petróleo a través de Turquía, Jordania y Siria. Esto era un flagrante desafío a las sanciones de las Naciones Unidas y un mal remedio opara el Programa Petróleo por Alimentos, cuyo más gran agujero estaba canalizado hacia el comercio de Saddam. El contrabando, además, era ampliamente informado en la prensa y las Naciones Unidas seguían encogiéndose de hombros. Durante el mismo período, Saddam impuso su propia versión de las sanciones a los Estados Unidos, exigiendo que los fondos de 'Petróleo por Alimentos' fueran cambiados de dólares a euros. Las sumisas Naciones Unidas hicieron de ese modo más difícil a los observadores seguirles la pista de sus reservados y confusos libros de contabilidad.
Mientras el programa 'Petróleo por Alimentos' creció en tamaño y amplitud, la misión de los Estados Unidos en las Naciones Unidas comenzó a retener a un número significativo de sus contratos de ayuda para desarrollar un escrutinio más cercano.
Ambos, Sevan y Annan se quejaron en público (VER POST POSTERIOR)y a menudo sobre estos retrasos, describiéndolos como una injuria al pueblo iraquí y urgiendo al Consejo de Seguridad a impulsar sobre los contratos con más celeridad.
Lo que Sevan no transmitía era que, en el año 2000, las quejas habían comenzado a alcanzarle por las exigencias del gobierno iraquí por sobornos a los suministradores que estaban del lado de la ayuda. Estos, de acuerdo con un reciente reportaje del Financial Times, simplemente eludieron a Sevan, quejándose mediante documentos formales al Consejo de Seguridad a través de sus delegaciones en Naciones Unidas (algunas desincentivadas para hacer nada desde que Saddam les había respondido peleándoles todas las ofertas).
1ª PARTE DEL TEXTO DE CLAUDIA ROSSET
posted by avanti at 9:58 PM 0 comments links to this post
(Rescatado de jueves, abril 06, 2006)
domingo, 16 de abril de 2006
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