Quizá lo que no pueda lograr el desgobierno de ZP lo consigan miles de jóvenes.
Cuando a mi generación, con 13/14 años, nos impartieron la Formación del Espíritu Nacional, ausentarse de clase era castigado con estancias en aulas vacías en el sábado de descanso, cuando nó con un par de bofetones, tirón de patillas o/y patada en el trasero. No obstante, respecto de mi caso particular y de los de los cerca de 200 chavales a quienes nos cayó la asignatura, tengo la impresión de que las directrices de la FEN les salió por la culata.
Hoy, cuando los jóvenes de la hamburguesa, la consola y el tunning se manifiesten en Pucela no tendrán la mala fortuna de ser castigados por expresar sus deseos de hacer 'pellas' (entre otras razones porque es sábado,je). Pero sí harán un favor a quienes ya entonces, con Franco, disentimos,-más por intuición que por conocimiento-, contra la enseñanza de un mínimo de reglas de comportamiento en sociedad que, -al menos en mi caso y seguro que en el de la inmensa mayoría-, nos eran mucho mejor y más amablemente 'impartidas' en familia, que ése sí es el principal núcleo de formación en valores.
Hoy, cuando un matrimonio es un proyecto de escaso futuro, sin necesidad de compromiso y cuando tener hijos , -dicen-, es difícil, ser rebelde no es un mérito; quizá ni se pueda 'ser' rebelde. Pero la actitud de rechazo a una norma cuestionada ("¿por qué ZP cesó a la ministra de educación el día después de aprobar la Ley?") al menos recuerda esa hormonal etapa de la vida que es la adolescencia y, visto en el marco de los tiempos que vivimos, recobra el innato deseo de libertad y ejercicio de rebeldía frente a un gobierno que mientras se las da de antifranquista (como si fuese patente de corso) recupera uno de los mecanismos más propios de las dictaduras no encubiertas:la ideologización a la fuerza:
sábado, 21 de octubre de 2006
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